Las calles de El Cairo fueron, por segundo día consecutivo, escenario de enfrentamientos trágicos entre adictos y opositores al presidente Hosni Mubarak. Por la tarde, en una entrevista concedida a la emisora estadounidense ABC, el mandatario aseveró que si renuncia, el caos sería peor. "No me importa lo que diga la gente de mí. En este momento me preocupo por mi país; me preocupa Egipto", enfatizó. 


A su vez, el vicepresidente, Omar Suleimán, hizo una convocatoria al diálogo a todos los sectores de la oposición, incluidos los proscritos Hermanos Musulmanes. Sin embargo, los manifestantes insisten en que Mubarak debe renunciar. Hoy, la plaza Tahrir, volverá a ser el epicentro de las protestas, debido a que fue convocada la "Marcha de la Salida de Mubarak". No obstante, ninguno de los organizadores de la convocatoria adelantó qué sucederá en caso de que el mandatario continúe en su negativa a abandonar el poder. La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, urgió al Gobierno egipcio a que acelere la transición al poder. El presidente ruso, Dmitri Medvedev, reclamó a Mubarak que busque una salida pacífica. A su vez, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, invitó a todas las partes a poner fin a los enfrentamientos. 

Igualmente, en una declaración conjunta, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España, pidieron el inicio de un proceso de transición en el país africano. La jornada de ayer fue calificada como un día oscuro para el país y para el periodismo.